CARISMA Y LA ESPIRITUALIDAD
Griselda Martínez Morales, csj
“Tengan siempre delante de los ojos el fin ultimo de su vocación, que es tan sublime, y no hagan nunca nada que desmienta la profesión de una vida llena de modestia, de mansedumbre y santidad”
Jean-Pierre Médaille
Cuando el grupo de líderes de las Congregaciones de San José soñaron juntas la posibilidad del proyecto de “Diversidad Cultural y Manejo de Conflictos”, ciertamente que fue desde las diferentes realidades conocidas-vividas por las hermanas en los países donde estamos presentes (52).
Cada día nuestra pequeña aldea global está mas herida y dolida por la violencia que cotidianamente vivimos. Violencia generada por la dificultad de asumir- vivir las diferencias de todo tipo, como un desafío enriquecedor más que como amenazas. Nuestras comunidades religiosas cada vez más son multiculturales, multiétnicas, multigeneracionales, multi todo, y por la intolerancia y mal manejo de los conflictos se rompen relaciones y humanidades.
Buscar soluciones a problemáticas socio-culturales que rompen relaciones humanas y contradicen nuestra vocación de SER, está en el ADN de las Hermanas de San José.
La promoción y vivencia de relaciones, en todos los niveles, que humanizan, dignifican, integran, respetan, acogen, etc., es la clave de nuestro Carisma y Espiritualidad. Tal dinamismo permeó, no solo el sueño de esa posibilidad, sino la realización de cada programa (5) que vivimos en El Puy, Francia. (Máx. 8) “Apoyen toda la fuerza de sus resoluciones y la esperanza del éxito de sus empresas, en el conocimiento de sus debilidades infinitas y la desconfianza total de ustedes mismas, y en la confianza firme y segura que deben tener en Dios, para quien nada es imposible, y que asistirá siempre en todo lo que emprendan por su gloria con el movimiento de su gracia y según las órdenes de la obediencia).
El conformar el Equipo de Diseño* integrando diversidades (culturas, edades, formación académica, nacionalidades, formación religiosa), fue el primer desafío que vivimos inspiradas por nuestro carisma y espiritualidad expresados en la Máx. # 55. (Cuando trabajen por el prójimo, tengan un amor plenamente desinteresado, que no espere recompensa alguna por sus servicios, y no busquen otra cosa, sino el asistirlo y agradar al mismo tiempo a Dios)
La integración, la colaboración, la sororidad, la comprensión, la valorización de cada uno hacia los demás fue realmente gratificante. Nos sentimos y nos vivimos en comunidad, a pesar de las distancias de todo tipo, no sólo geográficas.
Cada uno de los cinco programas vividos (cada uno de ellos muy diferente) fueron experiencias de cercanías y acercamientos muy profundos, posibilitados con gestos muy sencillos y cotidianos como: mirar, tocar, escuchar, sentir, expresar, danzar, caminar, pintar, etc. Los conflictos generados por la no acogida y aceptación de las diferencias en las relaciones humanas, se suavizan y se viven con menos violencia si nos permitimos estar cerca y “tocar” lo diferente sin considerarlo amenazante. Ese fue un aprendizaje común en cada programa que vivimos.
Fue realmente impresionante constatar, vivencialmente, los cambios y transformaciones actitudinales en las participantes de los cinco programas. Sus posturas y expresiones corporales, sus expresiones en el compartir grupal, su disponibilidad para modificar sus conceptos e interpretaciones de la temática expuesta. Su apertura y sensibilidad. Máx. # 97 (Fortalézcanse ante los temores humanos al encontrar contradicciones, tengan esperanza cuando todo parezca sumirlas en la desesperación de lograr éxito en sus empresas).
Los momentos y espacios de oración-reflexión compartidos durante los 10 días de cada programa, fueron también una herramienta temática. Al mismo tiempo que eran expresión de las diferencias y diversidades (colores, sonidos, movimientos, culturas, expresión religiosa, palabras, sabores, geografías, etc.), lograron integrar tales diversidades en “danzas sagradas”, “danzas trinitarias”, corazón de nuestra espiritualidad. Movimientos físicos y existenciales de despojo y acogida, de dar y recibir, de ir y venir, de luz y sombras, etc. Todo un proceso permanente de humanización.
Los detalles de acogida e integración desde la espiritualidad trinitaria, corazón del ser de las Hermanas de San José, son incontables. La mayor riqueza de este proyecto ha sido la relacionalidad experienciada, la cercanía, la apertura de vivir-se con las demás y el entorno.
*Grupo de 8 hermanas de diferentes países y congregaciones, dos profesores de la Universidad de Ávila, quienes elaboraron y realizaron los cinco programas del Proyecto Diversidad Cultural y Manejo de Conflictos.